Interpretaciones musicales de José María Arguedas

Hola, soy José Carlos, estudiante universitario. Me apasiona compartir sobre los diversos tesoros que esconde mi país, Perú. Hoy quiero hablarte de un nombre icónico: José María Arguedas. El aroma de nuestra tierra, la esencia de nuestros antepasados y la vibración de nuestra música viven en su legado.

La vida y trayectoria de José María Arguedas están marcadas profundamente por la música. Este notable intelectual puso de manifiesto la importancia vital de la música folclórica y de sus genuinos intérpretes en el devenir social y político del pueblo quechua, en especial los sectores populares tanto andinos como urbanos.

En tiempos de desconcierto, cuando la cultura andina enfrentaba hostilidad, indiferencia o malentendidos, entre los años 40 y 69, Arguedas se erigió como defensor de la unión entre indígenas, mestizos y otros grupos. Su propuesta fue clara: usar la música, el baile y la canción con un contenido social y político, como vehículos de encuentro, transformación social y liberación nacional.

Inspirado por el amor a su tierra, empezó a componer música de distintas regiones peruanas en 1947. No solo eso, también se sumergió en el estudio de ritmos, géneros, vocalizaciones y la diversidad de instrumentos musicales. Su labor fue reconocida y, en 1953, asumió la dirección de estudios etnológicos del Museo Cultural Peruano.

Un hito importante en su carrera fue en 1963, cuando fue designado líder de la recién formada Casa de la Cultura Peruana. Aquí implementó una estrategia admirable para valorar a los intérpretes: tras pasar una evaluación, se les otorgaba una tarjeta de reconocimiento oficial como artistas. Esta tarjeta no era solo un reconocimiento, sino también un escudo protector para estos artistas en diversos escenarios nacionales.

Gracias a su incansable labor, brillantes músicos y cantantes tuvieron la oportunidad de presentarse en el auditorio de la Radio Nacional Perú, que transmitía en vivo a todo el país. Un verdadero homenaje a su arte y raíces. Fue un espacio para encuentros transculturales, un TINKUY, donde convergían talentos de distintas regiones y estilos.

Arguedas, con su entusiasmo contagioso, logró el reconocimiento de músicos renombrados como el arpista Gabriel Aragon de Cusco, el charanguista Jaime Guardia de Ayacucho, y otros talentosos como Cesar Gallegos, Alejandro Vivanco, Luis Duran, Julio Benavente, Pancho Gómez Negrón, Máximo Damián, Jacinto Palacios, Manuel Silva «Pichinkucha» y la cantante Julia Peralta. Aunque elogiaba y alentaba, no temía expresar críticas, por ejemplo, a aquellos que, en su opinión, tergiversaban la música andina con objetivos comerciales.